BIENVENIDA
El presente blog está dirigido a maestros, maestras, estudiantes y a todos aquellos que creen necesario iniciar desde la primera infancia a educar sujetos, que se manifiesten por medio de la resistencia de pensamiento, así mismo que se sientan orgullosos y felices de pertenecer y estar inmersos en una cultura.
viernes, 10 de diciembre de 2010
LA EDUCACIÓN EN VALORES, UNA RESPONSABILIDAD COMPARTIDA
En la sociedad
actual, la educación debe contribuir a formar personas que puedan convivir en
un clima de respeto, tolerancia, participación y libertad y que sean capaces de
construir una concepción de la realidad que integre a la vez el conocimiento y
la valoración ética y moral de la misma.
Cuando tanto
se habla de la mejora de la calidad de la educación, debe necesariamente
insistirse en que tal educación ha de ser capaz de ayudar a todos los alumnos,
sin restricciones ni discriminaciones de ningún tipo, a aprender y
desarrollarse, a formarse como personas y como ciudadanos, a construir y realizar
su propio proyecto de vida en el marco de una sociedad democrática. Sin
embargo, no se puede olvidar que los niños y los jóvenes no se educan solamente
en la escuela.
El papel de la
sociedad y de la familia es fundamental para conseguir un desarrollo personal
completo y armónico. En concreto, la educación en valores no puede entenderse
al margen del ambiente y la influencia familiar. La familia es la primera
institución responsable del desarrollo de valores desde la edad infantil y esa
responsabilidad debe ser subrayada.
No obstante,
tampoco puede ignorarse que en la moderna sociedad de la información hay otros
elementos del entorno que desempeñan un papel relevante en la transmisión y
conformación de valores en los jóvenes. Una de las mayores novedades de nuestro
tiempo consiste en la gran influencia que ejercen la televisión, los medios de
comunicación o la información a la que se accede a través de Internet, que son
también instancias educativas que se escapan al control de las familias y de la
escuela. Al igual que los centros, los docentes y las familias, también estos
medios tienen una responsabilidad social en la formación en valores de los
ciudadanos que no puede ser soslayada. La confluencia o la contraposición de
los mensajes transmitidos desde unas y otras instancias tiene un gran impacto
educativo.
En estas
circunstancias, se debe reconocer que la multiplicidad de códigos morales es
una característica propia de nuestro tiempo. La sociedad democrática no puede
eludir la tarea de socializar a los niños y jóvenes, proporcionándoles a través
del sistema educativo las enseñanzas y la reflexión necesarias para que puedan
convertirse en personas libres y honestas y en ciudadanos activos. La vida en
sociedad demanda acciones y conductas concretas que exigen a los individuos la
consideración de la presencia de los otros, el derecho de todos a ser tenidos
en cuenta y la necesidad de cumplir determinadas reglas de convivencia. Los
niños y los jóvenes tienen que aprender que pertenecer a una sociedad democrática
es formar parte de una colectividad que se ha dotado a sí misma de un conjunto
de valores y normas que expresan el consenso, la racionalidad, la libertad, el
respeto a los demás y la solidaridad que constituyen los cimientos de la misma.
Por ello, proporcionar
a niños y jóvenes una educación de calidad no consiste sólo en adquirir más
conocimientos instrumentales ni más habilidades cognitivas, artísticas o
afectivas, sino también educar en valores. El sentido que tiene hoy la
educación, que la sociedad le exige, es el pleno desarrollo de la personalidad
de los alumnos. La educación debe favorecer la adquisición de hábitos de
convivencia y de respeto mutuo y desarrollar en los alumnos actitudes
solidarias.
En los últimos
años, las sociedades democráticas, han experimentado profundos cambios
sociales, políticos y económicos que han originado la aparición de un ciudadano
más individualista, que tiende a basar sus valores y comportamientos en
elecciones personales y a depender menos de la tradición y del control social
ejercido por aquellas instituciones que tradicionalmente eran las depositarias y
las intérpretes de los códigos de conducta: familia, iglesias, grupos sociales,
partidos políticos, etc. Frente a los códigos grupales emerge una escala de
valores menos uniforme, una moral de situación que parece fragmentar la vida
personal y social en mil visiones distintas y, muchas veces, contrapuestas. Un
individualismo, en fin, que incita al individuo a desarrollarse de espaldas a
su contexto cultural e histórico de manera atomizada.
En una
sociedad democrática, la educación en valores debe referirse necesariamente a
aquellos que capacitan para el desarrollo de la ciudadanía. El desarrollo de
actitudes de respeto, tolerancia, solidaridad, participación o libertad debe
figurar entre los objetivos y las tareas del sistema educativo. Ello tiene
implicaciones importantes. Por una parte, exige proporcionar a los alumnos un
conocimiento suficiente acerca de los fundamentos y los modos de organización
del Estado democrático. Por otra parte, requiere ayudarles a desarrollar
actitudes favorables a dichos valores y a ser críticos con aquellas situaciones
en que se nota su ausencia. Por último, exige llevar a cabo prácticas de
democracia y participación ciudadana en el propio ámbito escolar. La educación
para una ciudadanía activa y responsable es un entramado en el que todas esas
vertientes deben estar integradas.
LA DEMOCRACIA Y LA EDUCACIÓN SEGÚN JOHN DEWEY
La formación
del carácter del niño, el programa moral y político de la escuela, se califican
a veces de “programa oculto”, pero en el caso de Dewey este aspecto de su
teoría y práctica pedagógicas no fue menos explícito, aunque bastante menos
radical, que el resto de los objetivos asignados al programa de estudios. Dewey
no dudaba en afirmar que “la formación de un cierto carácter” constituía “la
única base verdadera de una conducta moral”, ni en identificar esta “conducta
moral” con la práctica democrática (Dewey, 1897b).
Según Dewey,
las personas consiguen realizarse utilizando sus talentos peculiares a fin de
contribuir al bienestar de su comunidad, razón por la cual la función principal
de la educación en toda sociedad democrática es ayudar a los niños a
desarrollar un “carácter” –conjunto de hábitos y virtudes que les permita realizarse
plenamente de esta forma. Consideraba que, en su conjunto, las escuelas
norteamericanas no cumplían adecuadamente esta tarea. La mayoría de las
escuelas empleaban métodos muy “individualistas” que requerían que todos los
alumnos del aula leyeran los mismos libros simultáneamente y recitaran las
mismas lecciones. En estas condiciones, se atrofian los impulsos sociales del
niño y el maestro no puede aprovechar el “deseo natural del niño de dar, de
hacer, es decir, de servir (Dewey, 1897a, pág. 64). El espíritu social se
sustituye por “motivaciones y normas fuertemente individualistas”, como el
miedo, la emulación, la rivalidad y juicios de superioridad e inferioridad,
debido a lo cual los más débiles pierden gradualmente su sentimiento de
capacidad y aceptan una posición de inferioridad continua y duradera”, mientras
que los más fuertes alcanzan la gloria, no por sus méritos, sino por ser más
fuertes” (Dewey, 1897a, págs. 64 y 65). Dewey afirmaba que para que la
escuela pudiera fomentar el espíritu social de los niños y desarrollar su
espíritu democrático tenía que organizarse en comunidad cooperativa.
La educación
para la democracia requiere que la escuela se convierta en “una institución que
sea, provisionalmente, un lugar de vida para el niño, en la que éste sea un
miembro de la sociedad, tenga conciencia de su pertenencia y a la que
contribuya” (Dewey, 1895, p. 224).
La creación
en el aula de las condiciones favorables para la formación del sentido
democrático no es tarea fácil, ya que los maestros no pueden imponer ese
sentimiento a los alumnos; tienen que crear un entorno social en el que los
niños asuman por sí mismos las responsabilidades de una vida moral democrática.
Ahora bien, señalaba Dewey, este tipo de vida “sólo existe cuando el individuo
aprecia por sí mismo los fines que se propone y trabaja con interés y
dedicación personal para alcanzarlos” (Dewey, 1897a, pág. 77). Dewey
reconocía que pedía mucho a los maestros y por ello, al describir su función e
importancia social a finales del decenio de 1890, volvió a recurrir al
evangelismo social, que había abandonado, llamando al maestro “el anunciador
del verdadero reino de Dios” (Dewey, 1897b, pág. 95).
Como da a
entender en su testamento, la teoría educativa de Dewey está mucho menos
centrada en el niño y más en el maestro de lo que se suele pensar. Su
convicción de que la escuela, tal como la concibe, inculcará en el niño un
carácter democrático se basa menos en la confianza en las “capacidades
espontáneas y primitivas del niño” que en la aptitud de los maestros para crear
en clase un entorno adecuado “para convertirlas en hábitos sociales, fruto de
una comprensión inteligentede su responsabilidad” (Dewey, 1897b, págs.
94 y 95).
La confianza
de Dewey en los maestros también reflejaba su convicción, en el decenio de
1890, de que “la educación es el método fundamental del progreso y la reforma
social” (Dewey, 1897b, pág. 93). Hay una cierta lógica en ello. En la
medida en que la escuela desempeña un papel decisivo en la formación del
carácter de los niños de una sociedad, puede, si se la prepara para ello,
transformar fundamentalmente esa sociedad. La escuela constituye una especie de
caldo de cultivo que puede influenciar eficazmente el curso de su evolución. Si
los maestros desempeñaran realmente bien su trabajo, apenas se necesitaría
reforma: del aula podría surgir una comunidad democrática y cooperativa.
La
dificultad estriba en que la mayoría de las escuelas no han sido concebidas
para transformar la sociedad, sino para reproducirla. Como decía Dewey,
“el sistema escolar siempre ha estado en función del tipo de organización de la
vida social dominante” (Dewey, 1896b, pág. 285). Así pues, las
convicciones acerca de las escuelas y los maestros que esbozó en su credo
pedagógico no apuntaban tanto a lo que era, sino a lo que podría ser. Para que
las escuelas se convirtieran en agentes de reforma social y no de reproducción
social, era preciso reconstruirlas por completo. Tal era el objetivo más
ambicioso de Dewey como reformador educativo: transformar las escuelas
norteamericanas en instrumentos de la democratización radical de la sociedad
americana.
jueves, 9 de diciembre de 2010
¿QUE ES LA MULTICULTURALIDAD, LA INTERCULTURALIDAD Y PLURICULTURALIDAD?
Es la primera expresión del pluralismo cultural, que promueve la no discriminación por razones de raza o cultura, la celebración y reconocimiento de la diferencia cultural así como el derecho a ella.
El multiculturalismo se ubica dentro de la filosofía antisimilacionista del pluralismo cultural, es tanto una situación de hecho como una propuesta de organización social.
Dentro del paradigma pluralista, el multiculturalismo surgió como un modelo de política pública y como una filosofía o pensamiento social de reacción frente a la uniformización cultural en tiempos de globalización.
Se ha concebido como una oposición a la tendencia presente en las sociedades modernas hacia la unificación y la universalización cultura, que celebra y pretende proteger la variedad cultural, al tiempo que se centra sobre las frecuentes relaciones de desigualdad de las minorías respecto a las culturas mayoritarias.
En la génesis y expansión del multiculturalismo fueron especialmente influyentes las líneas seguidas en Norteamérica y en algunos países de Europa Occidental, particularmente el Reino Unido. Posteriormente han venido a sumarse importantes consideraciones pluri y multiculturales, desde las propuestas latinoamericanas en relación con la autonomía y autodeterminación de los pueblos indígenas.
Interculturalidad
Toda cultura es básicamente pluricultural. Es decir, se ha ido formando, y se sigue formando, a partir de los contactos entre distintas comunidades de vidas que aportan sus modos de pensar, sentir y actuar. Evidentemente los intercambios culturales no tendrán todos las mismas características y efectos. Pero es a partir de estos contactos que se produce el mestizaje cultural, la hibridación cultural...
Una cultura no evoluciona si no es a través del contacto con otras culturas. Pero los contactos entre culturas pueden tener características muy diversas. En la actualidad se apuesta por la interculturalidad que supone una relación respetuosa entre culturas.
Mientras que el concepto "pluricultural" sirve para caracterizar una situación, la interculturalidad describe una relación entre culturas. Aunque, de hecho, hablar de relación intercultural es una redundancia, quizás necesaria, porque la interculturalidad implica, por definición, interacción.

Fragmentos del artículo:
La comunicación intercultural de Miquel Rodrigo Alsina
PARA TENER EN CUENTA AL MOMENTO DE CREAR LAS ACTIVIDADES

• Los infantes deben aprender sobre lo que significa el prejuicio y el estereotipo a nivel individual y grupal, así mismo sobre el auto concepto. Debido a que los niños tienden a sobre categorizar y estereotipar muchas cosas hacia el final del período de la infancia.
• Así mismo debe trabajarse la autoimagen positiva, y la manifestación de sentimientos; para trabajar la incapacidad por parte del sujeto para controlar la frustración
• Facilitar la organización de grupos: deportivos, de teatro, por intereses, de voluntariado y permita que los niños y las niñas diseñen sus propios proyectos.
•Los adultos o docentes pueden acompañar, contribuir a la cualificación de sus conocimientos, compartir herramientas, etc.
• Debe consultarse los intereses de niños y niñas, para tenerse en cuenta en los procesos de toma de decisiones.
• Debe Crearse una pedagogía permanente para la participación.
ACTIVIDADES QUE SE PUEDEN HACER EN LAS AULAS DE CLASE
RESPETO Y VALORO LA JUSTICIA Y LA LEGALIDAD
Propósito: Se pretende que las alumnas y los alumnos se inicien en el reconocimiento de que en la interacción social es necesario tomar en cuenta a las personas con quienes se convive y comparte, así como que experimenten al seguir algunas reglas de convivencia.
Nociones e información: Comprende la necesidad y utilidad de las normas. Comprende que las normas surgen de acuerdos entre las personas para vivir mejor. Comprende que todas las personas están obligadas a respetar las reglas y comprende que la convivencia entre las personas está regulada por normas.
Habilidades y capacidades: Reconoce las normas que se aplican en su casa y en la escuela. Participa en la elaboración de normas para la convivencia, para los juegos, para la participación y para la toma de decisiones y reconoce las violaciones a una norma o reglamento preestablecido.
Actitudes: Valora la importancia de las normas para la organización de actividades individuales y colectivas. Muestra interés para colaborar en la elaboración de un reglamento. Valora su intervención en la elaboración de normas. Respeta las reglas y acuerdos establecidos. Se compromete en el cumplimiento de las normas y manifiesta interés por la aplicación de las reglas, normas y leyes.
Materiales
• Gises de colores.
• Carros de juguete o cualquier otro objeto que los represente.
Para comenzar
Para que las personas asuman el respeto a las leyes y normas de una sociedad es necesario que comprendan que éstas son producto de acuerdos colectivos para lograr mejores condiciones y oportunidades para todas y todos.
Otra característica importante de las leyes es su carácter dinámico, ello significa que deben y pueden ser transformadas para ajustarse y admitir nuevas formas de vida y organización. De esta manera, se distinguen dos rasgos fundamentales de la normatividad en la democracia: su correspondencia con las necesidades sociales y su dinamismo.
La tarea de la escuela al educar para la democracia implica, en este caso, promover en las alumnas y los alumnos la reflexión en torno a las características de la democracia y convertir estas ideas en acciones que posibiliten que niñas y niños adquieran habilidades para identificar situaciones que requieren del establecimiento y cumplimiento de normas y reglamentos así como de su intervención para crearlas y ajustarlas.
En esta actividad se propone que las niñas y los niños de preescolar jueguen a “las carreteritas”, elaboren normas para aplicarlas en el juego y las modifiquen en caso necesario.
Puede incluir esta actividad en algún proyecto sobre la ciudad o sobre los medios de transporte.
Preparación
Para realizar la actividad, solicite al grupo que traiga carros de juguete o realice una actividad en la que cada niña y niño elabore el suyo utilizando cajas pequeñas (como las de medicina).
Inicio
1. Organice al grupo en cuatro equipos para que libremente jueguen a “las carreteritas” en el patio de la escuela. Observe el desarrollo del juego en los distintos equipos e identifique algunas de las reglas que espontáneamente determinan, así como la manera en la que se ponen de acuerdo para establecer dichas reglas.
Desarrollo
2. Reúna al grupo para que un representante de cada equipo platique a los demás la manera en que jugaron. Oriente la reflexión con preguntas como:
a) ¿De qué se trata el juego?
b) ¿Qué se puede hacer para lograr llegar a la meta?
c) ¿Qué es lo que no está permitido hacer?
3. Llame la atención del grupo respecto a las modalidades que se expresen en las reglas del juego, por ejemplo: “no salirse del camino”, “evitar chocar con otro carro”, etcétera.
4. Organice los equipos, nuevamente, con integrantes distintos y oriente para que, en esta ocasión, se establezcan reglas comunes para jugar. Hágales ver que deberán establecer desde el inicio aquello que está permitido y lo que no se puede hacer.
5. Déjelos jugar libremente durante unos minutos. Observe si han comprendido con claridad las reglas del juego e intervenga en caso necesario.
Cierre
6. Proponga que en otra sesión repitan el juego y, antes de hacerlo, pregunte a las niñas y los niños cuáles serán las reglas a seguir, para que las tengan presentes.
Evaluación
7. Pregunte al grupo qué utilidad tuvieron las reglas en la realización del juego.
8. Recupere aquellas participaciones relacionadas con el ponerse de acuerdo sobre lo que se puede y lo que no se puede hacer en un determinado momento o circunstancia.
9. Presente al grupo un cuadro como el siguiente y pida que mencionen algunas de las reglas que han de seguirse en cada ámbito.
10. Escriba las más significativas en la segunda columna:
ME COMUNICO Y DIALOGO
Propósito: Se pretende que las niñas y los niños se inicien en el uso de la comunicación verbal como una forma para conocer mejor a las personas, e identificar afinidades con compañeras y compañeros distintos a aquellos con los que se relacionan cotidianamente.
Nociones e información: Comprende que todas las personas tienen ideas y sentimientos y que tienen derecho a comunicarlos libremente. Reconoce que mediante el diálogo se puede conocer a otras personas, lo que les gusta, lo que prefiere, lo que piensan o sienten y comprende la diferencia entre escuchar y oír.
Habilidades y capacidades: Expresa con claridad sus ideas, opiniones, creencias y sentimientos utilizando distintos medios. Comprende lo que dicen las demás personas. Expresa lo que siente y piensa de sí mismo. Escucha con atención lo que otras personas opinan o dicen y centra su atención en un tema específico.
Actitudes: Espera su turno para hablar. Respeta a los demás al expresar sus emociones, ideas y creencias. Siente seguridad al expresarse ante los adultos y ante su grupo de compañeras y compañeros y se interesa por comprender lo que otras personas dicen, piensan y sienten.
Materiales
• Hojas de papel y lápices de colores.
• Plastilina.
Para comenzar
Los niños que ingresan al preescolar son frecuentemente desinhibidos para expresar sus ideas, emociones y pensamientos. Sin embargo, y por el carácter egocéntrico de su pensamiento, es necesario propiciar en ellos la comprensión de que el diálogo significa algo más que platicar lo que cada uno quiera, ya que implica conocer a las otras personas a través de lo que dicen, piensan y sienten.
Por ello, es necesario propiciar situaciones que les permitan desarrollar actitudes y habilidades para expresarse con claridad, escuchar lo que dicen las demás personas, obtener información de ello y respetar los turnos para intervenir, así como situaciones que propicien el interés en lo que piensan y sienten las demás personas.
La actividad que se propone apoya la comprensión de las niñas y los niños acerca de que lo que cada uno diga hace posible que las personas se conozcan y se comprendan, y que al hacerlo se incorpora la posibilidad de encontrar puntos de vista distintos a los propios.
En este caso se propone que comenten sobre sus pasatiempos favoritos y las razones por las que les gustan. A través de ello se propicia la identificación de coincidencias y diferencias. Puede incluir esta actividad dentro de algún proyecto relacionado con la diversión y el uso del tiempo libre.
También puede ser aprovechada para tratar cuestiones relacionadas con la organización del grupo, resolución de conflictos o la toma de acuerdos para realizar alguna otra actividad.
Inicio
1. Motive al grupo a centrar la atención en la actividad indicando que van a platicar sobre las cosas que más les gusta hacer. Pida que se sienten en círculo de manera que todos puedan verse.
2. Pregunte a las niñas y los niños qué es lo que más les gusta hacer cuando no están en la escuela, y dedique algunos minutos para que el grupo se exprese libremente. Es posible que refieran pasatiempos como juegos, programas de televisión o práctica de deportes y que lo hagan en forma “algo desordenada”, en tal caso, oriente las participaciones para que se puedan ir centrando en el tema.
3. Enseguida, indique al grupo que cada uno va a comentar a los demás sobre lo que le gusta y que los otros pueden hacerle preguntas. Pida que alguien inicie la conversación.
Oriente las participaciones con preguntas como:
a) ¿Con quién juegas fútbol?
b) ¿A qué hora pasa el programa de televisión que te gusta?
c) ¿Cómo se llama tu personaje favorito?
d) ¿Quién quiere preguntar algo?
Desarrollo
4. Turne las participaciones y motívelos a realizar preguntas. Recuerde que éstas deben ser voluntarias. Indíqueles que, cuando alguien desee hacer alguna pregunta, deben pedir la palabra levantando la mano.
5. Cuando todos hayan expresado sus preferencias (o quienes lo hayan hecho voluntariamente), pregunte a algunos niños y niñas si se dieron cuenta con quién comparten los mismos gustos e invítelos a que digan quiénes tienen gustos similares a los suyos y quiénes los tienen diferentes.
6. Es posible que las coincidencias se den entre niños y niñas que no se relacionen de manera espontánea en la escuela.
7. Aproveche esa situación para hacer notar que cuando se escucha con atención, es posible conocerse y hacer nuevos amigos.
8. En un círculo comenten lo importante que es darse cuenta que comparten gustos con otras personas, pero también que es importante respetar a quienes piensan diferente.
Cierre
9. Organice al grupo para que formen equipos de niñas y niños a quienes les gusten cosas similares, aunque no sean iguales. Lo importante es que se procure la formación de equipos integrados por niñas y niños con gustos parecidos.
10. Cada equipo elaborará un dibujo colectivo con el que se representen a ellos mismos haciendo lo que más les gusta. También pueden hacer una maqueta colectiva con el mismo tema.
Evaluación
11. Pregunte a las niñas y los niños:
a) ¿Para qué les sirvió platicar de lo que les gusta hacer?
b) ¿Qué pasa si no ponemos atención a lo que dicen nuestras compañeras y compañeros?
c) ¿Cómo nos sentimos cuando otras personas escuchan lo que platicamos?
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